adviento 2022

Vengan a mí, todos los que están fatigados 

Adviento

Miércoles de la II semana 

Textos

Del libro del profeta Isaías (40, 25-31)

“¿Con quién me van a comparar, que pueda igualarse a mí?”, dice el Dios de Israel. Alcen los ojos a lo alto y díganme quién ha creado todos aquellos astros.

El es quien cuenta y despliega su ejército de estrellas y a cada una la llama por su nombre; tanta es su omnipotencia y tan grande su vigor, que ninguna de ellas desoye su llamado.

¿Por qué dices tú, Jacob, y lo repites tú, Israel: “Mi suerte se le oculta al Señor y mi causa no le preocupa a mi Dios”? ¿Es que no lo has oído? Desde siempre el Señor es Dios, creador aun de los últimos rincones de la tierra.

El no se cansa ni se fatiga y su inteligencia es insondable. El da vigor al fatigado y al que no tiene fuerzas, energía.

Hasta los jóvenes se cansan y se rinden, los más valientes tropiezan y caen; pero aquellos que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas; les nacen alas como de águila, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan. Palabra de Dios.

† Del evangelio según san Mateo (11, 28-30)

En aquel tiempo, Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré.

Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”. Palabra del Señor.

Fondo Musical: P. Martín Alejandro Arceo Álvarez

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Mensaje[1]

En el pasaje precedente, estrechamente vinculado con nuestro texto evangélico (Mt 11, 25-27). Jesús aclara que el verdadero conocimiento de Dios como padre es posible porque el Hijo es quien introduce en esta familia a sus propios discípulos. Pero éstos, para acoger de verdad esta paternidad divina y la amistad del Hijo, deben hacerse “pequeños”.

Y Jesús nos indica quien es el verdaderamente “pequeño”; sólo el que crea que el estilo de Jesús, «sencillo y humilde de corazón», es el único camino para introducirnos en los secretos de Dios, y que para aprender este estilo se acerque a él iniciando un camino de seguimiento («Venite a me…»). Como la Sabiduría en el Antiguo Testamento (cf. Eclo 51, 26-27; 6, 24ss) invita a su escuela prometiendo «descanso», es decir, es plenitud capaz de sosegar el corazón inquieto de la humanidad, así Jesús, capaz de sosegar el corazón inquieto de la humanidad, invita a su apasionante escuela en la que descubrimos que somos hijos de Dios .

Por consiguiente, es necesario entrar en su escuela, acercándonos a él que habla del Padre a los propios amigos y descubrir que la familiaridad con Jesús es una escuela exigente y continua, pero también capaz de sanar, de dar paz al corazón. Ciertamente Jesús no exime al discípulo del compromiso pleno y perseverante en la observancia de la ley de Dios, como aparece cuando nos habla de «yugo» y «carga». Pero promete que será un peso proporcionado, adecuado a quien lo debe llevar y que a la postre se manifestará como una experiencia de libertad.


[1] Cfr. G. Zevini – P.G. Cabra, Lectio divina para cada día del año. Vol. 1, 114-116.

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